
Misael Salazar F.

Todo comenzó con un elemental ejercicio de observación del joven Alexander Luna, quien habita en el Sector 7 del popular barrio Bucarica, donde comenzó gran parte de la historia del Valle de la Mano del Negro, hoy Floridablanca.
Caminando por su barrio, como dice la canción, Alexander notó que talaban muchos caracolíes. Y como también forma parte del Comité para la Defensa de los Cerros Orientales de Floridablanca, donde han talado miles de árboles dizque en función del progreso, pensó que podían trasplantar caracolíes para sembrarlos en los cerros orientales a cambio de los que iban talando.
Esta idea y este anhelo fue tomando fuerza. Alexander le comunicó la idea a otro joven ambientalista, David Guerrero, quién lo acompañó en el proyecto que apenas era eso: Un proyecto.

El propósito era aprovechar un espacio amplio que hay frente a la residencia de Alexander Luna y empezar allí a sembrar caracolíes para posteriormente trasplantarlos en los cerros orientales. A la convocatoria se unió la alegría y el ímpetu femenino de Alejandra y Valentina Mendoza. “Ya somos cuatro”, pensaron Alexander y David.
Ya en el terreno donde iban a comenzar la siembra, notaron los jóvenes que el espacio era muy grande y que podían utilizarlo también para sembrar plantas medicinales y cosechar plátano, limones, legumbres y otras especies.

Por el camino y mientras avanzaban en la etapa inicial del proyecto, se consiguieron con Edicson Archila y Maicoll. Ya eran más, pensaron Alexander, David y Valentina. “Maicoll nos resultó de una gran ayuda”, dice Alexander, porque tiene conocimiento y se motivó de inmediato. Con ellos dos el proyecto fue agarrando más fuerza.
La olla comunitaria
Trabajando en el huerto comunitario, a estos jóvenes ambientalistas se les ocurrió la idea de organizar una olla comunitaria. El objetivo era invitar a la comunidad, socializar con ella y motivarla para que participe en la consolidación del proyecto.

La olla comunitaria resultó un éxito. Yemerson, un habitante de la montaña florideña, se unió al grupo y el huerto agarró fuerza con su conocimiento y su habilidad en el manejo de la tierra.
El caso es que el huerto comunitario del Sector 7 de Bucarica ya es un referente. Los papayos, el maíz, la naranja, el tomate, el cilantro, los caracolíes y las plantas medicinales que allí se cultivan, dan fe de un colectivo joven y ambientalista que se propuso organizar la comunidad en función de la naturaleza y ha obtenido un reconocimiento.
Con el huerto de Bucarica, donde la concejala Milady Tovar Cabarique y el Comité para la defensa de los cerros orientales de Floridablanca han participado; el huerto de Ciudad Valencia, donde el concejal Alexander Bohórquez ha sido un elemento motivador y el huerto del Norte de Bucaramanga, se constituyó la Red Santandereana de Huertos. El proyecto se está socializando y la idea es multiplicar la experiencia y vincular cada día mayor número de personas a este objetivo que consiste en unir a la gente en función de la naturaleza.