Cuando por allá, al principio de los años 70, don Gustavo Pinilla Díaz ubicó una mesita de madera para vender piña en la intersección (de la entonces en construcción) autopista Bucaramanga – Floridablanca y la vía destapada a Río Frío, quizás por su mente nunca pasó el pensamiento de que años después ese sitio se convertiría en ícono y referente del área metropolitana.
Fueron casi 50 años de presencia comercial en el mismo lugar, hasta que el modernismo arropó su apacible espacio y en él y su alrededor fue erigido un imponente intercambiador vehicular y puente peatonal, que, para siempre, llevarán la creación de su marca: Intercambiador “Papi Quiero Piña”.
Don Gustavo hoy parte a la eternidad y su legado familiar, junto a su señora esposa Mariela, con quien compartió durante 67 años, es de 11 hijos, 36 nietos y 23 bisnietos. Todos querendones de su padre, abuelo y tatarabuelo, a quien desean recordar como hombre luchador, visionario y verdadero y real aportante a la identidad florideña.
En el año 2018, Don Gustavo fue homenajeado por el entonces alcalde local, Héctor Guillermo Mantilla Rueda, con la máxima distinción del municipio, la orden al mérito José Elías Puyana.
Y hoy, los florideños lamentan la partida de este reconocido y respetado gran hombre, a quien siempre los lugareños recordarán por su sonrisa amable, mano extendida y creatividad pintoresca. Gracias a él, a Don Gustavo, el ciudadano del común aprendió la inmensa importancia que tiene el tan necesario sentido de pertenencia.
Y por su transitar de creyente y persona respetuosa de los mandatos divinos, Don Gustavo tuvo que haber ya llegado al cielo en el que, al recibirlo San Pedro y haberle preguntado qué le quería pedir al Padre Creador, este –Don Gustavo- sin titubear y con su sonrisa sincera debe haber expresado: “Papi Quiero piña”. (Gerardo Castro Pérez)