Misael Salazar F.
El partido Demócrata de los Estados Unidos entró en pánico desde este jueves en la noche cuando se realizó el debate presidencial en el plató de CNN en Atlanta.
Todas las dudas sobre la escasa idoneidad del presidente Joe Biden para conducir al país durante los próximos cuatro años, quedaron despejadas en 90 minutos.
Frente a un agresivo, histriónico y mentiroso Donald Trump, el líder demócrata perdió de lejos el debate al que llegaron empatados en las encuestas.
La propia CNN, organizadora del debate, hizo público un sondeo realizado entre los televidentes que vieron a los dos candidatos y el resultado es concluyente: Trump ganó con el 67%.
Biden lució en amplia desventaja frente al magnate. Tuvo varios lapsus, dejó frases sueltas y por momentos asumió el papel de un simple sparring en el boxeo, cuyo papel se resume en llevar golpes del rival.
No fue que Trump estuviera brillante. Lo que sucedió es que Biden tiene muchas limitaciones físicas y mentales para enfrentar un reto tan grande como continuar dirigiendo a los Estados Unidos.
Debilidades tan notorias de Trump, como los 34 delitos de los cuales ha sido imputado y el haber impulsado el ataque al Capitolio, no fueron aprovechados por un Biden dubitativo y con escasa capacidad para la ilación, además del resfriado que le produjo una afonía demasiado notoria.
El dilema para el partido Demócrata luego del varapalo de este jueves, es si su candidato es capaz de renunciar por voluntad propia a la candidatura y dejar la puerta abierta para un gran debate de donde salga alguien capaz de enfrentar al hoy crecido Donald Trump.
La convención republicana se realizará en julio próximo y de allí debe salir airoso Trump, máxime con el resultado del debate del jueves.
Los demócratas tendrán su convención en agosto, pero ya hay muchas voces que piden a gritos la renuncia de Biden para que otras figuras como Michelle Obama, agarren las banderas azules con mayores posibilidades de mantener el poder en la Casa Blanca.
Como van las cosas, los próximos días serán decisivos para que el actual mandatario de los estadounidenses y su partido decidan sobre su futuro inmediato.
Es muy probable que, si esperan a la convención demócrata de agosto, todo pueda ser demasiado tarde.