Luis Fernando Arias Fonseca, es un artista plástico que lleva más de 50 años transformando lienzos, paredes y almas con su arte. Foto: Darlin R.
Darlin Ramírez Leiva
Entre pinceles, lienzos y colores vivos, transcurre la vida de Luis Fernando Arias Fonseca, un artista plástico que ha hecho del arte su razón de ser por más de un siglo.
Nació en Bucaramanga un 12 de noviembre de 1961, pero es florideño de pura cepa. Hoy, próximo a cumplir sus 65 años, recuerda con gratitud el momento en que Floridablanca lo adoptó siendo apenas un niño.
“Llegué al barrio Ciudad Valencia y aquí fue la tierra que me recibió, que me ha visto crecer y donde he desarrollado mi trabajo”.
Su historia no empezó fácil. Su madre murió cuando él tenía apenas dos años, y fueron su padre, sus abuelos y sus tíos quienes lo criaron.
En ese hogar, entre la madera, comenzó a despertar su espíritu creativo. “Mi papá fue carpintero, nací en una carpintería, pero lo mío siempre fue la pintura. El arte me nació desde niño”.
El primer color que usó no vino de una pintura o una acuarela, ni siquiera de un lápiz de color, sino de la naturaleza misma. “Yo impregnaba mis dedos con el aceitico que botan las cáscaras de naranja y con eso empezaba a crear. Dibujaba, copiaba, inventaba. La gente decía que era bonito, pero yo no sabía que era arte. Lo hacía porque lo sentía”, recuerda con una sonrisa.

Desde los diez años, supo que tenía un don. Autodidacta por convicción, devoró cada libro que cayó en sus manos y fue construyendo su propio camino artístico.
“Soy pintor, escultor, pero más que eso, me considero artista. El pintor pinta bonito, pero el artista siente lo que pinta”, dice con la voz pausada de quien entiende la diferencia entre usar la técnica y “meterle el alma”.
Su obra no tiene una línea definida. A veces se deja llevar por lo que siente, por la inspiración del momento. “No hay hora ni lugar. Uno simplemente necesita crear. Es la manera de expresar lo que uno lleva dentro”.
Luis Fernando ha dedicado su vida no solo a pintar, sino también a enseñar. Desde hace más de una década es docente y, en esta administración municipal, lo es en la Casa de la Cultura Piedra del Sol, donde guía a niños, jóvenes y personas con discapacidad en el descubrimiento de su talento.
“Trabajo mucho con población vulnerable. Esos niños necesitan del arte para desarrollar su vida, sus cualidades, sus aptitudes. Eso lo llena a uno más que cualquier dinero”.
Habla con emoción de las veredas de Floridablanca, donde lleva sus saberes para que los niños del campo puedan aprender sin tener que desplazarse.
“Ellos tienen una recepción maravillosa. No sé si es por el entorno, por el clima, pero captan todo con facilidad. Tienen una vena artística increíble”, señala.
Para él, enseñar es también una forma de perpetuar su legado. “No dejen de pintar, no dejen de soñar, porque el arte es un sueño”, les dice a sus estudiantes.
Sin embargo, le preocupa que las nuevas generaciones se estén alejando de la creatividad. “Los niños pasan mucho tiempo pegados al celular y se están perdiendo de ver ese cielo bonito, esas montañas, esos atardeceres. Están dejando de soñar”.
Su familia es su orgullo. “Tuve una hija, Diana Cristina, que es artista también. Y tengo tres nietos: Eyleen, Santiago e Isabella. Gracias a Dios tienen la vena artística. Ahí hay una semilla que está dando fruto. Ese es mi legado”.

Entre sus obras más representativas está el mural que adorna el Concejo de Floridablanca: “El valle de las garzas y las mariposas”, el nombre antiguo del municipio en la época de la Colonia.
El mural lo pintó para recibir la nueva administración del alcalde José Fernando Sánchez y se dio gracias a la gestión del presidente del Concejo en ese momento, Néstor Bohórquez, al doctor Alexander Borges y a su amigo Ramiro Triana.
En la composición, Luis Fernando quiso plasmar la esencia del municipio: sus aguas, su flora, sus heliconias, su historia y su gente.
“Es un mosaico surrealista que recoge la identidad de Floridablanca. Quise incluir un homenaje a mi amigo Carlos Ardila, quien descubrió los peces voladores en Ruitoque. Cada elemento representa una parte de nuestra tierra”, expresó.
Mientras observa su obra, dice con humildad que “los artistas también tenemos que tener representación en este recinto de la democracia. Porque el arte es lo que nos da identidad, lo que nos une”.
Luis Fernando Arias es más que un pintor florideño. Es un guardián de la memoria visual del municipio, un sembrador de talento y un soñador incansable.
Vive para el arte, porque como él mismo lo resume con sencillez y verdad: “Vivir del arte es difícil. Pero vivir para el arte… eso sí vale la pena.”
