Rosalbina Corzo (vestida de amarillo), llegó junto a su esposo Marcos Parra desde García Rovira. Foto: Archivo
Misael Salazar F.
Rosalbina Corzo llegó junto a su esposo Marcos Parra procedente de García Rovira y como muchos paisanos suyos, se asentó en el entonces naciente barrio La Cumbre donde echó raíces, cultivó amistades y contribuyó con la historia del barrio más popular y grande de Floridablanca.
Con Marcos Parra, Rosalbina buscó uno de los lugares más altos del municipio dulce, quizás para poder intentar ver de vez en cuando a San José de Miranda y al Cerrito o a Concepción, donde dejaron parte de sus recuerdos.
Pero juntos, entendieron que en La Cumbre estaba su nueva vida y se dedicaron a enriquecerla, a cultivarla y darle amor y a proporcionarle sentido.
Creyeron, como muchos, que en los hijos está el tuétano de la existencia humana y Rosalbina y Marcos procrearon a Verónica, Marcos, Josefina, Azucena y Edilia (QEPD).
Rosalbina vio nacer y ayudó a criar a sus 22 nietos, conoció 37 bisnietos y supo de la existencia de 3 tataranietos, una rica cosecha que le permitió marcharse tranquila, quizás consciente de que le había aportado al barrio La Cumbre, mucho de lo que hoy hace más grande a la barriada. Debió marcharse tranquila, por esta y otras múltiples razones que se llevó en el alma.
Este sábado, 22 de noviembre, Rosalbina irá por última vez al Santuario Nuestra Señora de Guadalupe, donde se realizará, a las 3 pm, la misa de cuerpo presente.
La acompañarán sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. La despedirán sus amigos y conocidos. La recordarán los patiamarillos con quienes Rosalbina paseó las calles embarradas de la Cumbre, el mismo barrio que construyeron y levantaron y amaron entre todos para hoy convertirse en un referente del área metropolitana de Bucaramanga.
Luego de la homilía, Rosalbina recorrerá las que fueron sus calles, por última vez, las que hizo suyas a diario, por donde transitó siempre, las que fueron sus referentes durante tan largo y rico ciclo vital, las mismas calles por donde caminó con sus alforjas llenas de sueños e ilusiones, que se propuso amarrar junto a Marcos Parra, su esposo.
Irá Rosalbina rumbo al cementerio de Floridablanca. Fue allí donde quiso descansar para siempre. Fue allí donde pidió que reposara su cuerpo de forma definitiva, porque allí mismo está toda su familia o al menos están todos sus recuerdos. Desde allí podrá levantar de vez en cuando la testa y mirar hacia arriba, hacia el tanque, hacia el santuario, hacia las calles que pisó a diario, hacia los laberintos que se fueron convirtiendo en señales de que allí hubo un tierrero que se convirtió en barriada, proceso transformador del cual ella fue testigo junto a Marcos desde que llegaron procedentes de San José de Miranda.
Ciudad Florida, casa editora que forma parte del círculo de amistades que a diario abraza Wilson Ardila Parra, extiende un mensaje solidario al concejal y a toda la prole que cultivó con esmero Rosalbina.
Hacemos nuestra la ausencia que acompaña a la familia de esta matrona y esperamos que todo lo hecho por ella en esta tierra benévola y bonita, le sea compensado con un descanso pleno, tranquilo, hermoso, como el que merecen los guerreros cuando una faena larga ha concluido.
Feliz descanso, Rosalbina.
