Misael Salazar F.
Un economista de 53 años, matriculado en la ultraderecha donde militan Jair Bolsonaro y Donald Trump, acaba de imponerse en las elecciones argentinas con más de 14 millones de votos.
El hombre con una infancia poco feliz por los maltratos de sus padres, que vive con una hermana y cuatro perros a los que llama sus nietos y que trata a su perro Conan, ya muerto, como si estuviera vivo, derrotó al peronista Sergio Massa y deja a la Argentina en el limbo, sin ciencia cierta del rumbo que va a tomar.
El símbolo de su campaña electoral fue una motosierra con la que amenazó contarle la cabeza a la casta política de su país.
Anunció que, de ser presidente -y ya lo es-, rompería relaciones con El Vaticano, Brasil y China. Prometió acabar con el Banco Central y retroceder en las conquistas sociales que han logrado los argentinos a través de muchos años.
Lo que sucedió este domingo en Argentina, es la respuesta a un ejercicio económico casi catastrófico de varios años, con una inflación interanual del 140%, con uno de cada 4 argentinos pasando hambre y con un Banco Central prácticamente sin reservas.
Aún con este panorama, muchos analistas esperaban que ganara Sergio Massa, actual ministro de Economía, para no quedar en el limbo como parece haber terminado el país con la victoria de Javier Milei, del partido La Libertad Avanza.
Lo que haga Milei desde el próximo 10 de diciembre, cuando tome posesión como presidente de Argentina, es toda una fuente de incertidumbre.
El caso es que el libertario, como le dicen, ganó con más de 3 millones de votos de diferencia. Ya Sergio Massa reconoció la derrota y solo queda esperar que el economista de ultra derecha no cumpla todos los ofrecimientos de la campaña, porque eso significaría para los argentinos un retroceso enorme.
Por ahora basta decir que ganó el inconformismo frente a una economía con indicadores muy desfavorables, en un país donde los pobres aumentan todos los días y donde la inflación, que parece eterna en Argentina, acaba con cualquier ingreso que reciba la población.
Milei vendió la ilusión de sacar a los argentinos del caos económico y solo hay que esperar si satisface las esperanzas de 14 millones de electores que lo acaban de elegir presidente, aunque muchos decían que la victoria del libertario sería un remedio mucho peor que la enfermedad.