Martín Parra, periodista y gestor de contenidos digitales
El excanciller Álvaro Leyva Durán, figura central en el proceso de paz total y hombre de confianza del presidente Gustavo Petro durante el primer año de su mandato, está hoy en el centro de una tormenta política de proporciones inéditas. Según una investigación revelada este sábado por el diario El País, Leyva habría viajado a Estados Unidos para buscar el respaldo de asesores del presidente Donald Trump y congresistas republicanos en un intento por desestabilizar al Gobierno colombiano y promover un relevo presidencial encabezado por la vicepresidenta Francia Márquez.
La información, sustentada en audios y testimonios cercanos a la Casa Blanca, sugiere que el exministro de Relaciones Exteriores pidió apoyo internacional con el argumento de que Petro representa un riesgo para la estabilidad democrática. Como parte de su estrategia, según las fuentes, Leyva habría presentado cartas en las que acusaba al jefe de Estado de ser un “drogadicto” e incluso insinuaba el uso político de organizaciones armadas como el ELN y el Clan del Golfo para presionar una salida del poder.
La gravedad de las acusaciones ha sacudido el tablero político. El presidente Petro, tras escuchar parte de los audios, calificó los hechos como un intento de golpe de Estado y ordenó reforzar la seguridad presidencial. Desde el Gobierno, figuras como la canciller, Laura Sarabia, han señalado a Leyva de “ruin y miserable”, mientras Francia Márquez negó cualquier participación en supuestos planes de sucesión y se mostró “sorprendida” por los hechos.
Leyva, quien ya había sido destituido en 2024 por su papel en las irregularidades del proceso licitatorio de pasaportes, se encuentra actualmente en España por razones de seguridad. Su transformación de canciller de la paz a supuesto conspirador internacional refleja una fractura profunda dentro del petrismo, que ahora enfrenta no solo divisiones internas, sino también intentos de desestabilización con actores externos.
La revelación, aún en desarrollo, no solo pone en duda las lealtades dentro del círculo que acompañó el ascenso de Petro al poder, sino que activa las alarmas sobre una posible injerencia extranjera en la política colombiana, justo en medio de un clima de polarización creciente.
