Las letras de un sueño cumplido. La emotiva carta de las hijas de Américo Montanini a su padre

Américo Montanini

Marta Liliana, María Claudia y Gloria Isabel le escriben a su padre sobre el histórico título de Atlético Bucaramanga:

El 20 de noviembre del año 2023 fue el día más triste de mi vida, falleciste. Ocurrió como fue tu vida, de manera tranquila, sin temor, sin dolor y sabiéndote completamente amado por toda tu familia.

Compartí contigo el gusto por los deportes, me acompañaste durante toda mi niñez y juventud a cuanto deporte se me ocurría practicar. Te recuerdo, al borde la piscina, alentándome cuando competía en natación, haciendo que nadara más rápido y celebrando conmigo al final de la carrera.

Desde pequeño quisiste ser un gran futbolista y llegaste a Bucaramanga a cumplir tu sueño. Creíste no poder lograrlo, pero tu fuerza fue mucho más grande que tu fractura, y llegaste a ser el máximo ídolo, el máximo goleador histórico del equipo de tus amores, el Atlético Bucaramanga.

Américo Montanini
Don Américo Montanini ha muerto. Este es nuestro homenaje. Foto: La Parrilla

Recuerdo que iba contigo a todos los partidos, que en nuestra familia no se podía organizar nada que interfiriera con el horario de un partido del Atlético, siempre pendiente en el televisor cuando jugaban de visitante, siempre puntual en la cancha cuando eran locales; apenas empezando el día, cuando había partido local, ya me pedías prepararnos pronto para irnos al estadio, que hoy lleva tu nombre.

Así fueron todos los años y las semanas durante los campeonatos… no importaba el sol, la lluvia, si el equipo iba arriba en la tabla o si iba de último, incluso cuando ya no había ninguna posibilidad de clasificación. No te molestaba el dolor de tus rodillas, siempre querías estar en la cancha acompañándolos, en las buenas y en las malas; pero siempre esperando que algún día llegara el sueño más grande, el de ser un equipo campeón.

Después de tu partida, pensaba que no iba a volver al estadio, pero algo en mi interior me decía: “Ve al partido”. Y decidí ir a todos los de este campeonato.

El primer partido estuve en occidental baja, como siempre contigo, pero escuchaba a los hinchas cantar, los veía saltar, y pensaba: “Esa es la tribuna de mi papá, allí debería estar yo”. Al fin y al cabo, siempre te encantó escucharlos cantar.

Y lo hice, al siguiente partido fui a la tribuna sur, donde están los hinchas, donde está la murga, donde se vive la fiesta del fútbol. Y aunque yo no estaba para fiestas por el dolor que sentía por tu partida, me sentía bien estar junto a las barras escuchando y cantando al lado de los músicos el cántico “Montanini goleador”. Fue una emoción hermosa, aunque lloraba todo el partido, porque miraba el sitio donde acostumbrábamos sentarnos los dos, te extrañaba más que nadie, miraba al cielo y te pedía que me ayudaras con mi dolor.

Caravana
La caravana del Atlético Bucaramanga se dirige hacia el Estadio Américo Montanini

Recuerdo la locura que empezó con el partido contra el Cali, en el gol del Atlético Bucaramanga y celebrando con todos los hinchas. Entre abrazos y gritos de alegría, un muchacho de la barra me abrazó y me dijo: “Nuestro ídolo se fue a traernos la estrella”. Yo no podía creer lo que estaba escuchando. Pensaba, ¿puede ser esto real? ¿Puede ser que tú nos pudieras apoyar?

Luego de ese día, ese comentario empezó a tomar más fuerza, muchas más personas me lo decían, en el estadio, en la calle, en cualquier sitio, y mi sentir que esto podía ser real. Se volvió más fuerte.

Se llega el día, en el que, al terminar la rueda de prensa, el profesor Dudamel comenta que te sentía en la cancha, que tu espíritu estaba con él. Yo no sabía qué pensar, pero el ‘profe’ vino a nuestra casa, se sentó en tu silla y nos comentó lo que sentía, que es muy similar a lo que sentimos tus hijas, que tu espíritu está cerca, que nos sigues acompañando, que tu energía es tan fuerte que podemos sentirte.

Y ahí empezamos con mis hermanas a notar lo que Claudia llamó: “diosidencias”. Empezamos a darnos cuenta que las cosas se estaban acomodando de una forma inexplicable; escuché a alguien decir en alguna ocasión que los planetas se estaban alineando a favor del equipo. Y pensaba, ¿será posible? ¿Por fin se le está dando a nuestro equipo la suerte del campeón? Esa suerte de la que tanto me hablaste y que hasta ahora no se nos había dado. ¿O eras tú intercediendo por tu equipo, como tanta gente lo creía?

El gran Américo Montanini

Llegamos al gran partido contra Pereira, éramos el equipo que menos opciones tenía de clasificar. Debíamos ganar en casa y que Millonarios hiciera lo mismo ante Junior. Iniciamos ganando, Millonarios hizo gol y se lo anularon, luego nos empató el Pereira. Y pasó algo increíble: en otro momento, la gente hubiera empezado a perder la fe, pero en ese instante escuché a la gente gritar “sí se puede”, con una energía increíble. Y pensaba, “esto no lo había vivido nunca”. Y al final del partido, sí se pudo, ganaron y clasificaron a finales.

Durante todo el partido recé como nunca, te pedí una manito, pero no era yo sola, muchas personas a mi alrededor te pedían lo mismo y te nombraban, incluso alguien grito: “Esos goles son de Montanini”. Miraba al cielo y quería ver tu cara, porque en mi corazón sabía que estabas sonriendo de felicidad.

Terminó el partido y en el otro grupo pasó Santa Fe. En ese momento, me llamó Claudia y me dijo: “se está repitiendo la historia”. En el año 1960, al excelente equipo del Bucaramanga se le fue la estrella por el partido que perdieron contra Santa Fe en Bogotá. Esa pérdida fue algo que se quedó en tu mente toda tu vida, te entristecía saber que no habían podido llegar a ser campeones por ese partido; pero Claudia lo intuyó, había llegado la hora de tu desquite, esta era tu revancha, y luego al darnos cuenta de lo que estaba por venir, Claudia, Gloria y yo, sabíamos que esta vez no ibas a dejar que te quitaran la estrella.

Llegó la final, el primer partido acá, lo ganamos y nos fuimos todos para Bogotá. No podíamos perdernos la final, nos pasó de todo antes de poder entrar al estadio El Campín, pero por las diosidencias, terminamos tus tres hijas viendo el partido, unidas, cantando con la hinchada que tanto te quiere.

Durante el partido, siguieron pasando cosas que no habíamos apreciado nunca en los hinchas. Cuando Santa Fe hacía los goles, nos decían que no importaba, que tú nos ibas a dar la estrella porque nos la habías prometido. Y yo pensaba: “¿Es cierta tanta fe, es real lo que estoy escuchando, la gente sigue creyendo en ti, de tal manera que no les permitió pensar en la posibilidad de devolvernos a Bucaramanga siendo subcampeones”?

Y llegaron los penaltis, a Claudia nunca le ha gustado definir un partido así y decía que no era justo lo que estaba pasando; pero en ese momento le recordé la final del Mundial de fútbol donde Argentina fue campeón. Al inicio de los penaltis, tú le dijiste a Claudia que confiara en el arquero, que él también era un jugador y que Argentina iba a ser campeón. Se estaba repitiendo la historia otra vez.

En el momento de los dos últimos penaltis, me di cuenta que la barra cambió abruptamente el cántico y pasaron a cantar de inmediato el “Montanini goleador”. En ese momento no entendí el porqué, pero también lo canté con el corazón. Y quedamos campeones.

No lo podíamos creer, llorábamos, nos abrazábamos, saltábamos de la emoción. Por fin se había acabado la historia triste, por fin la suerte del campeón llegó para el Bucaramanga y la gente gritaba con el alma: “Gracias Montanini, gracias viejo querido, usted se fue al cielo a bajarnos la estrella y nos cumplió”. Estando felices, pero con más calma, algunos muchachos me comentaron que empezaron a cantarte porque sintieron que tú habías llegado y que estabas ahí con ellos.

Nunca en mi vida había sentido tantos sentimientos y emociones encontradas… esperanza, fe, felicidad, risa, llanto, energía positiva, fuerza; en un momento quise ponerme triste porque no estabas junto a nosotras celebrando, pero no lo hice porque sabía que estabas feliz celebrando, observando y acompañando desde la mejor tribuna, en el mejor palco, de la mano de mi mamá, el amor de tu vida, y con tus amigos, tus compañeros del “equipo celestial” que vinieron todos a la revancha, al desquite, y que esta vez no dejaste que les quitaran la tan anhelada estrella.

Que si esto es real o no, no lo sé, pienso que la buena energía, la creencia en conjunto que algo maravilloso estaba sucediendo, que sentíamos una muy buena energía, que entendimos el significado de esa frase “soñemos juntos”, que creer en Dios y pedirle con tanta devoción nos dio la felicidad de ser campeones.

Por todos estos momentos y por tantas diosidencias, estoy plenamente segura que este campeonato fue mágico y que la estrella que hoy tiene el equipo, muchos en la ciudad la recordarán con un sentimiento de plena felicidad al ser campeones. Será una historia linda de contarle a tus bisnietos, cuando podamos llevarlos al estadio departamental Américo Montanini y contarles con orgullo y eterna gratitud quién fue su bisabuelo.

Atlético Bucaramanga
Rafael Dudamel celebra su hazaña con el Atlético Bucaramanga. Foto: Blu Radio

Ya hoy solo te pido que descanses, que sigas tu camino junto con mi mamá. En vida diste todo lo que tenías que dar, ofreciste tanto amor, tanto cariño, y cuando te fuiste seguiste con tu legado de fe, amor y esperanza, dando alegría a mucha gente.

Aquí en la tierra, la ciudad te va a recordar como un ser humano maravilloso, como su máximo ídolo y goleador, como su hincha fiel, como la ‘Bordadora’ y como “el ángel que subió al cielo para traernos la estrella”. Para nuestros amados padres, Américo y Gloria, por siempre en nuestros corazones.

Tus hijas: Marta Liliana, María Claudia y Gloria Isabel.

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