
Barranquilla y Maracaibo, dos de las ciudades amenazadas por el cambio climático. Montaje: Ciudad Florida
Misael Salazar F.
Con el cambio climático sucede algo muy parecido a lo que nos pasa con la muerte: Nos percatamos de su existencia y su inminencia, solo cuando nos toca de cerca, es decir, cuando fallece alguien muy allegado y nos damos cuenta que la muerte es más real de lo que a veces creemos.
La revista Nature Climate Change, junto a la organización Climate Central, acaban de publicar un informe que nos pone a reflexionar angustiosamente sobre lo que va a suceder con el planeta, si no detenemos los efectos del cambio climático.
Dice el informe que entre las ciudades que pueden desaparecer en el año 2100, por efectos del cambio climático, se hallan 5 latinoamericanas y entre ellas una colombiana: Barranquilla. Las otras cuatro, son Maracaibo (Venezuela), Río de Janeiro y Porto Alegre (Brasil) y Punta del Este en Uruguay.
De acuerdo con la opinión de los expertos, lo que está sucediendo con los gases de efecto invernadero, el deshielo y derretimiento de los glaciares en la Antártida y Groenlandia y el calentamiento global, generan un incremento en el nivel del mar, que traerá consecuencias muy lamentables a mediano y largo plazo.
Para el año 2100, el nivel del mar aumentará entre 0,28 y 1,01 metros con respecto al nivel actual.
Este incremento es suficiente para inundar las ciudades citadas, dejar a millones de personas sin vivienda y provocar 200 millones de migrantes producto del cambio climático.
Sin Barranquilla, sin puerto, sin carnaval
Hagamos un breve ejercicio imaginativo.
Juguemos a imaginarnos Barranquilla inundada y desaparecida.
Imaginemos a Colombia sin uno de sus principales puertos marítimos, sin La Arenosa, sin el Junior del alma, sin el carnaval de Barranquilla, sin el alma rumbera del costeño, sin Puerto Colombia, sin el lugar donde desemboca el Río Magdalena, sin el Paseo Bolívar, sin Curramba la Bella, sin la Puerta de Oro.
Imaginemos un inmenso sitio desolado donde una vez y por más de 200 años, habitaron casi millón y medio de personas.

Solo mediante un ejercicio imaginativo, solo pensando en que no tendría sentido la canción de la Orquesta Billos, Pa Barraquilla me voy, podremos adquirir la conciencia necesaria para contribuir a no continuar con la depredación del único planeta que tenemos.
Cambio climático antropogénico
Volvamos a la opinión de los expertos. Dicen que el cambio climático tiene su origen en dos fenómenos: los desastres naturales y el denominado cambio climático antropogénico.
Este último, es decir, el ocasionado por el hombre, el mismo beneficiario del planeta Tierra por habitarlo, es el que está provocando mayores desastres.
El informe de Climate Central sostiene que los gases concentrados en la atmósfera por el uso de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas), son altamente responsables del cambio climático que estamos viviendo.
Por eso los analistas insisten en lo que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, entre otros, denominan la urgente y necesaria transición energética.
Es decir, hay que marchar con urgencia hacia las energías limpias, o las energías verdes para reducir la dependencia de las energías sucias como las ya señaladas.
Pero el mundo se debate en un gran dilema: Necesita reemplazar con urgencia los combustibles fósiles, pero al mismo tiempo estos son las principales fuentes de energía que tenemos, al menos por ahora.
Es probable que alguien nos pregunte qué podemos hacer para salvarnos de esta inminente catástrofe.
Las respuestas son varias: Primero, imaginarnos Suramérica sin Barranquilla, sin Maracaibo, sin Porto Alegre, sin Río de Janeiro y sin Punta del Este.
Segundo, concienciarnos de que estamos a tiempo de evitar la catástrofe. No contribuir con la contaminación del planeta, no botar basura en otro lugar distinto a los recipientes, colaborar con el proceso de reciclaje, no contaminar las playas ni los ríos, usar lo menos posible combustibles fósiles, utilizar materiales biodegradables.
En otras palabras, adquirir el mayor nivel de educación posible, si no queremos que nuestros hijos y los hijos de ellos, tengan que enfrentar la realidad de no poder ver erguida a la imponente Curramba la Bella o el espléndido balneario de Punta del Este o la ciudad que posee el título de la segunda urbe más importante de Venezuela, Maracaibo, la de las gaitas, la del ensueño, la del béisbol, la de la alegría eterna.
Imaginemos el planeta sin estas cinco ciudades, para que podamos trabajar con ahínco para conservarlas.